martes, enero 31, 2012

La libertad de Franzen


El pasado domingo en La República, Alonso Cueto nos entregó un extraordinario artículo sobre una de las mejores novelas publicadas en los últimos años: Libertad de Jonathan Franzen.

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Walter Berglund es trabajador, honesto, idealista, defensor del medio ambiente, aferrado tanto a su matrimonio como a sus principios morales. Richard Katz, su amigo y compañero de cuarto en la universidad parece ser lo contrario: compositor de rock frustrado, indisciplinado, aventurero, vagabundo, y cultor del sexo casual. Al inicio de su historia común, ambos amigos se siguen queriendo, se siguen viendo. Una de las razones es la esposa de Walter, Patty. Patty es la sobreviviente de una violación, una experiencia que le recuerda la traición de sus padres. Pasados unos años ha decidido contar la historia y de paso, su relación con su marido Walter, y su amigo, Richard.
Esta historia, una exploración en la amistad, el amor y el matrimonio, es el punto de partida de la novela Libertad del norteamericano Jonathan Franzen, que puede encontrarse en las librerías limeñas (editorial Salamandra). Es probable que ningún otro libro haya tenido la difusión de éste en el 2011. Una foto de Franzen (nacido en 1959) apareció en la portada en la revista Times con el título “American novelist”. Por otro lado, las críticas y reseñas han sido unánimemente elogiosas y no ha resultado infrecuente en ellas el calificativo de obra maestra. El libro lleva vendido varios millones de ejemplares, algo insólito en una novela de su complejidad y extensión. Como su novela anterior, Las Correcciones, Libertad es el resultado de nueve años de trabajo, con sesiones de diez horas diarias, en una computadora (que el autor se apresura a aclarar no tenía acceso a Internet).
Alrededor de los personajes principales de la historia hay muchos otros. Los más importantes son los hijos de la pareja, Joey y Jessica, pero están los hermanos, las tías, los vecinos, los novios y amigos de los hijos así como Lalitha, la asistente de Walter. Libertad es una lectura más bien insólita en la novela moderna, en la que han primado el minimalismo, la fragmentación y las historias asépticas. Las traiciones, obsesiones y el melodrama que surgen de sus páginas nos recuerda a la novela decimonómica. Es una historia íntima y social, individual y panorámica. Franzen quiere contarlo todo, desde lo que ocurre en la soledad de un dormitorio una noche con un personaje hasta los movimientos de los poderes y de la prensa en la era Bush. Sin embargo, como cualquier gran escritor, nunca llega a ninguna conclusión sobre sus personajes. La familia como tema ofrece una enorme variedad de relaciones pero Franzen extiende su arco argumental a las enormes dificultades de la amistad, en una sociedad marcada por la competencia (la obsesión de quién es más exitoso parece obsesionar a Walter y también a Patty).
La capacidad de contar historias del autor va de la mano con su talento para realizar pequeñas reflexiones paralelas. En uno de los episodios, Patty va a buscar una cerveza y debe escoger entre varias marcas. Decide entonces ir a otra tienda a buscar vino, pero no se decide. Se da cuenta de que no es capaz ni siquiera de resolver un problema trivial: dónde encontrar algo de tomar para una reunión de amigos. Un breve comentario la acompaña: la infelicidad es un estado en el que ninguna de las salidas parece aceptable, un punto en el que ha desaparecido el futuro.
Como en cualquier novela moderna, la percepción de los personajes es el punto de partida del narrador. Walter cambia de opinión, de principios, de emociones. Tan pronto piensa en unas reglas válidas como en las contrarias. Es capaz de matar a un gato para defender a sus amigos, las aves, pero también de arrepentirse. Cambia sus relaciones con Walter, con Patty, con sus hijos. Franzen nos ofrece un caleidoscopio de puntos de vista, en distintos personajes y dentro del mismo. Esta delicada, inteligente esquizofrenia ilustra un universo bañado por la relatividad y obviamente por la soledad. En ese universo nada es seguro pero lo que resulta conmovedor en sus personajes es que creen que nada puede darse por perdido.
La gran pregunta de este libro es qué es lo que hemos hecho con la “libertad”, esa premisa que la cultura occidental ha puesto en nuestras manos con el supuesto de que ella nos hará felices. Uno de los vecinos de los Berglund comenta que ninguno de ellos tiene “talento para vivir”. Al llegar al electrizante final del libro, el del reencuentro de los protagonistas, narrado como mano maestra, nos preguntamos qué papel juegan la moral y los instintos en nuestra vida. ¿Estamos representados de veras por nuestras convicciones morales o por nuestros deseos y pulsiones? ¿Es posible distinguir entre ambos? ¿Y alguna vez podemos afirmar que tomamos una decisión definitiva, que va a enrumbar nuestra vida? ¿Acaso es posible siquiera pensar en una vida con un rumbo?
Hace mucho que no me había sumergido con tanta pasión en una novela de las dimensiones de Libertad. Sus frases despiertan nuestra expectativa por la intriga sin perder su capacidad de exploración y de profundización en la vida de sus personajes. Una novela que cuenta historias puede ser, como es el caso de Libertad, de una enorme profundidad y complejidad. El arte de contar historias y el sombrío placer de explorar en ellas coinciden en sus escenas. Sus personajes tan desesperadamente vulnerables se quedan con nosotros. Son unas pobres gentes que no han renunciado a continuar. No han dejado de hacer uso de su “libertad” a pesar de todo.

lunes, enero 30, 2012

Harold Bloom: "Siempre he sido un outsider"



En El Cultural.es esta excelente entrevista de Cristina Carrillo de Albornoz a Harold Bloom, a razón de tres libros suyos de reciente aparición en España.
Más de allá de estas publicaciones, las respuestas del escritor y crítico no dejan de ser iluminadoras e inspiradoras.

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Hace mucho tiempo que Bloom ha interiorizado esos poemas que le han acompañado desde la infancia y que ahora recita, como invitándonos a un mundo mucho más bello del que sus ojos ven. Y entonces uno se da cuenta que las palabras son más que suficientes. En su compañía amable y espontánea -llama a sus cercanos siempre dear, my son, my child-, lo banal no tiene espacio; incluso uno se olvida del bastón que necesita para dar un paseo cada 15 minutos y mejorar la circulación de sus 81 "ya inocentes años". No es ahora Bloom ese hombre enorme que todos conocemos: el escritor ha adelgazado más de 40 kilos.

Bloom nos hace trascender. Su talento es innegable pero debe mucho a su excepcional memoria. Una memoria portentosa, similar a la de un prodigio matemático o musical, capaz de captar las escondidas estructuras, en su caso de los textos.

El porqué de su obsesión
Desde que a los siete años descubriera la poesía de Hart Crane como “una experiencia abrumadora”, su forma de vida ha sido la literatura. Y ese es el subtítulo de su penúltimo libro, Anatomía de la influencia donde vuelve al tema literario obsesivo de su carrera de crítico: la influencia. Lleva más de 50 años analizando la influencia, trazando secretas genealogías literarias, descubriendo los verdaderos ancestros de los mejores poetas, “algo difícil -señala- porque los grandes siempre enmascaran sus influencias”. En este libro ha querido “contar todo lo que he aprendido sobre cómo la influencia determina la literatura”. De hecho, lo describe como retrato autocrítico en el que “trazo mi propio mapa mental de escritores y críticos que me han inspirado”. Comienza volviendo a su idolatrado Shakespeare, “el universal e insoslayable padre fundador de todos”, para pasar a Blake, Whitman y demostrar cómo el Satanás de El Paraíso Perdido de Milton es el retoño de Hamlet. Mientras tanto, escribe una obra de teatro sobre Whitman y el Cervantes en Nueva York prepara una gran exposición sobre su obra el próximo mes de abril.

-Han sido siete años, desde 2004, los que ha tardado en escribir Anatomía de la influencia.
- He tardado tanto por mis enfermedades sucesivas. Había escrito un borrador tres veces más largo y finalmente la magnífica editora Allison McKeen me ayudó a cortarlo.

- Dice que en sus largas noches de recuperación de esas enfermedades se despierta y se pregunta el porqué de su obsesión con el tema de la influencia. ¿Cómo nació esa obsesión?
- De niño estaba abrumado por la inmediatez de los poetas a los que amaba. Mi subjetividad se formó leyendo poesía desde los diez años. Con esa edad, parecía que los poemas se memorizan solos en mí. Muchos fueron hospedándose en mi mente y el placer de poseerlos en la memoria me ha mantenido muchas décadas.Y al interiorizarlos, y llevarlos conmigo tantos años, reverberaban en mi cerebro, enfrentándose unos con otros, y creando relaciones complejas entre ellos en forma de modelos enigmáticos. Recuerdo la conexión que hacía entre Blake y Crane, de Milton en Shelley, de Whitman en T.S. Eliot o en Wallace Stevens. Gradualmente los ecos, alusiones y búsquedas de fuentes fueron transcendiendo hasta convertirse en un tema crucial. Y mientras escribía mi disertación sobre Shelley para mi doctorado, comprendí de que el gran problema por resolver era el de las influencias.

- Ese mapa de genealogías...
- Sí. Wallace Stevens estaba obsesionado por la genealogía de su familia en Pensilvania. En una de sus cartas a un experto en genealogía le escribe una línea que Nietzschte habría admirado: “Genealogía es el arte de corregir los errores de los otros expertos en genealogía ...”. Una de mis amigas era su hija Holly, mi nexo con su padre, al que sólo vi una vez.

- En su libro Genios incluye a muchos escritores en español además de Cervantes, como Paz, Borges, Cernuda o Lorca.
-Con Borges, cuando nos veíamos en Nueva York, discutía mucho sobre la influencia literaria, aunque él siempre la idealizaba pues excluía cualquier rivalidad. Mi favorito es Cernuda. No sé por qué hay críticos españoles que no le aprecian. Para mí es uno de los dos mejores en lengua española del XX; es el poeta de poetas, increíblemente refinado. Lorca es un gran poeta pero más popular. Yo prefiero leer a Cernuda.

El gran poeta español es Góngora
-¿Cuáles son los puntos esenciales en el mapa de los genios españoles?
- Todos tiene una relación muy compleja con la grandeza de la literatura del Renacimiento y barroco español. El gran poeta español es Góngora. Con él, los otros grandes exponentes del barroco, Lope de Vega, Calderón, Quevedo, crean un grupo de literatura tan poderosa y rica que combinado con el mayor genio de todos, Cervantes, producen un efecto abrumador en todos estos escritores de lengua española del XX.

-¿Cómo ha cambiado su forma de pensar durante la escritura del libro?
-Es simplemente un cambio de perspectiva. Shakespeare, y luego Shelley, usan la palabra influencia para referirse a lo que llamamos inspiración y me parece que es la forma básica de entenderlo. Originalmente escribí The Anxiety of Influence en el verano de 1967, aunque no lo publiqué hasta enero de 1973. Me llevó mucho tiempo hasta que maduré dónde quería ir. Luego escribí una secuencia de libros, el más importante El Mapa de Misreading sobre las afinidades y nexos entre escritores, que también desarrollé en libros como La escuela de Wallace Stevens (Pre-Textos). Pero tenía que volver a combatir la visión que se defiende en Occidente respecto a que la influencia es un proceso benigno, distante, que evolucionó como un beneficioso impulso hacia un escritor posterior de uno anterior. Yo creo en la forma antigua de influencia, muy importante en los griegos, que es la de agon, es decir, la lucha por el lugar más prominente. Es una competición que los griegos extendían a la política, al derecho, al deporte, al arte y a todo tipo de organización social. Con mi combate, seguramente una visión idealista, quise forzar a los lectores y poetas a reconsiderar la influencia. En realidad lo que yo llamo influencia es amor literario. Amor entre escritores pasados y futuros. La presencia del amor es vital para entender lo maravillosamente que funciona la literatura. Creo que mi primer libro se debía haber llamado Las ambivalencias de la influencia; la palabra ansiedad fue desorientadora.

-Dice usted que no diferencia entre amor humano y literatura: “la vida imita al arte”.
- Es dictum con el que Wilde brillantemente vulgariza a mi gran héroe Walter Pater. Y es la visión de Henry James. Y la mía. Cualquier diferenciación entre literatura y vida es equívoca.

Los equívocos de la realidad
-La literatura es su forma de vida. Vivir transcendiendo, en ese mundo de genios, ¿le ayuda a afrontar la realidad?
-Como bien sabe, la realidad es un término muy equívoco. ¡La palabra realidad quiere decir tantas cosas para cada ser humano! Y en el siglo XXI, la realidad es virtual. Para mí la literatura no es sólo lo mejor de la vida sino una forma de vida que no tiene otra forma. Cuanto mayor me hago, más intensifico mi búsqueda de la vitalidad en la literatura. Siempre fue una gran liberación sentir la libertad a través de mi amor hacia los grandes poetas. Recuerdo como si fuera ayer la extraordinaria fuerza y el deleite que me causaba leer a Crane o Blake de preadolescente (diez u once años), y ello a pesar de que no tenía noción de lo que contaban. ¿Por qué esa extraordinaria experiencia de enamorarte violentamente de la gran poesía y de su poder antes de entenderla? Porque a veces, la poesía esta encarnada en uno, y otras, como en mi caso, hay una voz que te dice que es la de un crítico.

- ¿Sigue ejerciendo la crítica literaria “en primer lugar de forma personal y apasionada?”
- Sí, no es filosofía ni política ni una religión. Es una forma de sabiduría literaria y una meditación sobre la vida.

- Cuénteme esa bonita historia de un tío suyo, el que le habló por primera vez de Yale...
-Sam Kaplan, un hombre maravilloso que tenía una tienda de golosinas en Coney Island. Era mi tío favorito, siempre me encontraba leyendo poesía. Un día me preguntó: “¿Qué vas a hacer con toda esa poesía cuando crezcas?”. “No tengo ni idea” le contesté. Y me explicó: “bueno, hay unos sitios llamados Harvard y Yale, en los que puedes ser profesor de poesía aunque no sé cómo”. Y le contesté : “seguro que lo seré”. Y pensé mucho en su explicación en 1987-88, cuando era simultáneamente profesor de poesía en Harvard y sterling profesor de humanidades aquí en Yale.

- Creo que aprendió a leer en hebreo antes que en inglés...
-Me enseñé yo mismo a leer. Aprendí a hablar en yídish y yo solo aprendí a leer, primero en yídish, luego hebreo y luego inglés. Me he autoenseñado leyendo lenguas. Puedo leer español como leo el inglés pero mi pronunciación es desastrosa porque aprendí todas las lenguas a través del ojo y no del oído.

-¿Lee el Quijote en español?
- Sí, a pesar de que escribí la introducción de una traducción al inglés escrita por Edith Grossman. Shakespeare leyó la primera traducción por Thomas Shelton y le afectó mucho. De hecho, escribió una obra de teatro sobre ello llamada Cardenio basada en algunos episodios del Quijote; lamentablemente no ha llegado a nosotros.

-Todo el mundo tiene un Quijote y un Sancho dentro…
-... Lo mejor escrito sobre el Quijote, obviamente tras Cervantes, es una gran parábola de Franz Kafka que se llama The truth about Sancho Panza, en el que dice que Don Quijote no existe sino que es una fantasía o ficción creada deliberadamente por Sancho Panza para entretenerle todos los días de su vida

Falstaff y Sancho Panza
- ¿Está usted más cerca de Don Quijote o de Sancho?
-Si yo fuera un personaje no sería Don Quijote, ni Hamlet, sino Falstaff y Sancho porque son como las grandes figuras del Pantagruel en Rabelais. Los tres son espíritus juveniles y energéticos, bendecidos. En el sentido arcaico de la bendición, del judío brakhot; la frase para brindar en hebreo es L'Chaim (literalmente) por la vida. Su bendición es sinónimo de “más vida”.

- ¿Cómo va la obra de teatro que escribe sobre Whitman?
- He tomado el siguiente semestre de clases de descanso porque estoy escribiendo una obra de teatro llamada, To you, whoever you are y subtitulada A pageant celebrating Walt Whitman. Se representará en Broadway y mi amigo Murray Abraham (Salieri en la película Amadeus) será Walt. Todo empezó en febrero de 2011. Estaba enfermo en la cama, por la noche, y no podía dormir; oí una voz que decía “quien seas (whoever you are. I fear you are walking in the walks of dreams..../whoever you are I place my hand upon you that you maybe my poem)… Me temo que estás andando por los caminos de los sueños/ quien seas pongo la mano ya que quizás seas mi poema- Y cuando me desperté unas horas más tarde, ¡cielos!, me di cuenta de que era Whitman. Y así comencé.

- También comenzó leyendo a los románticos y escribió sobre Shelley. Su defensa de la corriente romántica fue su batalla en Yale. ¿Por qué se lanzó a tal disputa? ¿fue una forma de encontrar “su lugar” allí?
- Sin duda. Además era en la edad de la corriente crítica de Eliot; había desterrado a Whitman y toda la tradición romántica -Keats, Byron, Shelley, Coleridge, incluso Blake-. Libré una batalla terrible en Yale contra un estudio de los ricos, esencialmente en la tradición anglo católica, muy corta de miras, estrecha mentalmente, unida a prejuicios sociales de toda clase. Siempre he sido un gran outsider en Yale, desde que llegué hace 60 años como estudiante graduado. Ahora estoy en el año 56 consecutivo de enseñanza pero nunca me he sentido en casa. Volviendo a 1976, hace 35 años, fui al equipo rector de Yale y les dije que no volvería al departamento de inglés y así no tendría colegas. No sé cómo pero aceptaron y creé mi departamento de uno solo. Llevo 35 años con “anti colegas”. Hace 15 años dejé de dar clases a graduados y me limité a los más brillantes estudiantes.

- ¿Cuántos alumnos tiene?
- Desde hace dos años sólo tengo dos grupos de doce alumnos. Uno de Shakespeare siempre (ahora analizamos El cuento de invierno) , y otro de poesía; ahora estamos con Emily Dickinson y vamos a comenzar con Wallace Stevens.

Shakespeare siempre, efectivamente. Bloom empezó a leerlo a los 8 años y lleva más de 50 dando clases sobre Shakespeare. Dice que vuelve una y otra vez a él no sólo para analizarlo sino porque “es insoslayable para todos los que estamos detrás. Es un escritor global, aclamado, leído y representado en todo el mundo; todo lo que creó esta vivo y es universalmente relevante. Sin Shakespeare no nos veríamos tal como somos. Desde los 80 doy siempre una clase sobre Shakespeare.

-Califica usted el estado de la cultura de "willy.nilly" (de cualquier manera) , no sólo la lectura es un arte moribundo sino que el lenguaje se ha empobrecido terriblemente.
- El estado de la cultura en el Occidente, particularmente en Estados Unidos, es crítico. Uno de nuestros dos partidos nacionales, el llamado partido republicano, y nadie dice la verdad, se ha vuelto el partido americano fascista. Y un país en el que uno de los dos partidos principales es fascista, está en condiciones muy peligrosas.

Se escucha música en su estudio y Bloom dice: “Mis dos piezas de música favoritas son Musical offering, de Bach, y el G minor Quinteto, de Mozart. Ayer estaba cansado y triste y las escuché. Me curan”. También hay multitud de fotografías: “Fui un gran viajero pero ya no puedo y mi gran lamento es no haber visitado Andalucía. Siempre quise ver Granada y Córdoba”.

viernes, enero 27, 2012

Primer Festival Internacional de Poesía de Lima



Del 29 de marzo al 1 de abril se estará llevando El Primer Festival Internacional de Poesía de Lima.
Se trata, a todas luces, de un evento sumamente importante.
Si quieren saber más, ingresen aquí, la página oficial del festival.

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Habrá 33 representantes peruanos en festival que se desarrollará por toda la ciudad.
La capital peruana se convertirá en sede de la primera edición del Festival Internacional de Poesía de Lima (FipLima), que convocará a más de 80 poetas de América, Europa, Asia y África, según informó la Municipalidad de Lima.

Organizado por la asociación Fórnix–Poesía y la municipalidad, el certamen buscará en cada edición celebrar a los exponentes de las letras poéticas de cada país: el primer celebrado será Argentina, con 10 autores.

El municipio capitalino informó que destacan entre invitados extranjeros la danesa Pía Tafdrup, ganadora del Premio de Literatura Nórdica; el brasileño Ledo Ivo; y el español Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Literatura de su país.

Así también, figuran el uruguayo Luis Bravo, el argentino Leonardo Martínez, el cubano José Kozer, la escritora de San Marino, Mile Ercolani y el chileno Óscar Hahn. A ellos se suman Salhi Abdel-Illah de Marruecos, Indran Amirthanayagam de Sri Lanka, y Barnabé Laye de Benin.

Festival por toda la ciudad
Los recitales, presentaciones y conciertos del certamen se desarrollarán en diversos distritos de la capital como Miraflores, San Isidro, el Cercado de Lima, Barranco y Los Olivos.

El evento contará con la participación de 33 escritores peruanos, como Carlos Germán Belli, Antonio Cisneros y Carmen Ollé, así como otros jóvenes escritores.

Tras la clausura del festival se editará una publicación de poesía argentina contemporánea, a cargo de los poetas Jorge Ariel Madrazo y Julio Salgado.

Además, la revista Fórnix dedicará su décimo número a presentar una muestra de todos los poetas invitados al FipLima 2012. Patrocina la Asamblea Nacional de Rectores (ANR).

jueves, enero 26, 2012

Angelopoulos, una mirada incompleta


Ayer martes 24 falleció el gran cineasta griego Theo Angelopoulos. Fue atropellado por una moto en Atenas.
Si aún no has visto las películas de este artista, te recomiendo que empieces con una que no tiene pierde, que exuda mágia, un alto compromiso con la poética de lo que es el cine y el poder, que solo contadas películas pueden transmitir, de cambiar ciertos aspectos de tu vida: La mirada de Ulises.
La nota, de Carlos Reviriego, vía El Cultural.es.

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La palabra FIN nunca aparecía en sus películas. Como si las historias de su cine nunca llegaran al final. Más bien, como si concibiera toda su filmografía como un trabajo inacabado, incompleto, continuo. Thedoros Angelopoulos (Atenas,1935) practicó el cine como una aventura humana, como un trayecto existencial en el que su matriz, el paso del tiempo, no podía en ningún momento pasar desapercibido. Su oficio, su estilo de vida, no consistía en hacer películas, sino en hacer cine, que es algo bien distinto. Es lo que diferencia a un director como Amenábar, por ejemplo, de un cineasta como Almodóvar.

"Todo cineasta recuerda la primera vez que miró a través del visor de una cámara. Es un momento que representa no tanto el descubrimiento del cine, sino el descubrimiento del mundo", dijo en una ocasión. Su obra, organizada por conjuntos formales -nunca dejó de explorar las formas del cine- y bloques de trilogías -de silencios, de fronteras-, y que responde a una sensible investigación de conceptos como viaje, memoria, historia, amor, familia y soledad, ha terminado en todo caso de forma abrupta, absurda, violenta. Pero ha terminado también como si él fuera una de esas figuras elusivas de su propio cine, donde al menos en tres ocasiones recurrió a protagonistas que son directores de cine: Viaje a Citera (1984), La mirada de Ulises (1995) y The Dust of Time (2008). Esta última, que nunca se estrenó en nuestro país (como tantos de sus filmes), era la segunda parte de una triología que ya quedará inacabada. Como también la película que preparaba sobre la crisis griega, y para la que buscaba localizaciones cuando el fatal destino -o un policía en una moto- colisionó con su frágil cuerpo. Quedará incompleta, como no podía ser de otro modo, su mirada al mundo.

Un mundo que veía con pesimismo, sin demasiada fe, bajo el desencanto político propio de su generación -"Soy un hombre de izquierdas en plena confusión", solía decir en los últimos años-, pero con una creencia absoluta en la belleza del mundo y el misterio de los hombres. A escudriñar esa belleza y esos misterios dedicó su obra. Como el cine de Antonioni, como el de Tarkovsky y Jancsó, se encorsetará su trabajo en el de las poéticas silenciosas y extremas, forjadas con largos, hermosos planos secuencia en los que el tiempo parecía detenerse. El viaje de los comediantes (1975), uno de sus filmes más célebres, es un tour de force de cuatro horas compuesto por apenas ochenta planos. Es un cineasta que nunca comprometió su visión a los ritmos y modas del cine contemporáneo, cuyas películas rehuían constantemente las convenciones habituales de la industria, y cuyos contenidos apelan a lo extraordinario tanto desde el plano intelectual como desde su dimensión emotiva y poética.

El poso contemplativo de su obra, en filmes que sin embargo nunca abandonaron la tribulación novelesca de las historias y los personajes (siempre interpretados por actores de primer nivel, de Omero Antonutti a Willem Dafoe, pasando por Marcelo Matroianni, Bruno Ganz o Harvey Keitel), llevó a críticos populistas como Roger Ebert a escribir que "a Angelopoulos debe importarle muy poco su público", mientras que escritores de cine británicos como Derek Malcolm o David Thomson siempre le consideraron entre los cineastas más importantes de los últimos treinta años. La excelencia de su cine, en todo caso, va unida a la combinación de talentos con sus colaboradores más cercanos: el guionista Tonino Guerra, el director de fotografía Giorgos Arvanitis y la compositora Eleni Karaindrou. Cualquiera que se adentre en la filmografía del cineasta griego (unas 40 horas de metraje), no sólo saldrá de la experiencia con un considerable conocimiento y una mayor comprensión de los conflictos griegos y balcánicos, sino con una sabiduría renovada sobre la naturaleza de la libertad individual y las tempestades interiores que afligen al corazón humano.

Ahora que se sucederán los obituarios laudatorios y las previsibles hagiografías, es cuando hay que decirlo. Sobre todo ahora que la calidad creativa parece medirse exclusivamente en términos cuantificables de presupuestos y taquillas. En España, el cine de Angelopoulos se ha visto muy poco. Apenas se han estrenado en pantalla grande cuatro de sus 14 largometrajes. Según datos del ICAA, el más visto -La mirada de Ulises- congregó a 82.815 espectadores (cifra nada despreciable si tenemos en cuenta que se estrenaría con apenas dos o tres copias), mientras que su penúltimo filme, Eleni, atrajo a 8.843, una cifra que pareció quitar las ganas a cualquier distribuidora comercial de traer a nuestras salas su última película, The Dust of Time, protagonizada por Willem Dafoe. Pudo verse en todo caso en el Festival de Huesca del año 2009, donde le fue concedido el premio Luis Buñuel a su carrera y auspició la publicación del magnífico estudio monográfico
Poemas de la desolación. El cine de Theo Angelopoulos, de Manuel Vidal Estévez. Y es que probablemente su cine se haya visto más en el circuito de festivales y filmotecas -por el que generalmente transitan las miradas más sugestivas del cine de autor internacional- y en el mercado de DVD, gracias sobre todo al Cofre Theo Angelopoulos (1988-1998) (Intermedio), que contiene cinco películas del cineasta griego.

Como todo gran cineasta, su mirada quedará incompleta hasta que el público pueda completarla. Hoy es un día tan pertinente como cualquier otro para comenzar a (re)descubrirlo y para nunca terminar de apreciarlo. Liberado del tiempo terrenal, él ya tiene la eternidad y un día por delante.

Filmografía



  • Forminx Story (Grecia. 1965. B/N). Primer largometraje (inconclusa).

  • The Broadcast (Grecia. 1968. 23'. B/N)

  • Reconstruction (Reconstrucción) (Grecia, 1970. 110'. B/N)

  • Days of '36 (Días de 36) (Grecia, 1972, 110', color)

  • The Travelling Players (El viaje de los comediantes) (Grecia, 1974-75. 230'. Color)

  • The Hunters (Los cazadores) (Grecia. 1977. 165'. Color)

  • Megalexandros (Alejandro Magno) (Grecia-Italia. 1980. 210'. Color)

  • One Village, One Villager (Grecia. 1981. 20'. Color)

  • Athens, Return to the Acropolis (Atenas) (Grecia. 1983. 43'. Color)

  • Voyage to Cythera (Viaje a Cytera) (Grecia. 1983. 137'. Color)

  • The Bee-Keeper (El apicultor) (Grecia/ Francia. 1986. 120'. Color)

  • Landscape in the Mist (Paisaje en la niebla) (Gr./ Fr./It. 1988. Color. 126')

  • The Suspended Step of the Stork (El paso suspendido de la cigüeña) (Gr./Fr./It./Suiza. 1991. 126'. Color)

  • Ulysses' Gaze (La Mirada de Ulises) (Gr./Fr./It./Ale. 1995. 176'. Color)

  • Eternity and a Day (La eternidad y un día) (Grecia/Francia/Italia, 1998. 130'. Color)

  • Trilogy: The Weeping Meadow (Eleni) (2003. 35mm. 170'. Color)

  • Trilogy II: The Dust of Time (2008. 35mm. 125'. Color)

  • Theo Angelopoulos (1935 - 2012)

    Los mejores libros peruanos 2011



    
    En El Boomerang, el escritor y crítico Julio Ortega nos presenta su lista de los mejores libros peruanos que leyó el año pasado.
    Y en buena onda, creo que el título ideal de su post debió ser 'Los libros peruanos que me hicieron llegar en 2011'.
    Estoy casi de acuerdo con su selección. (Ya leí el libro de Yushimito.) Pero más de uno esperaba una lista más nutrida de un crítico de su dimensión de trabajo.

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    FERNANDO AMPUERO: EL PERUANO IMPERFECTO
    Vargas Llosa forjó la versión del fracaso existencial del peruano refutado por su medio. Ribeyro, la del peruano melancólico, desmentido no entre sino por la realidad y el deseo. Bryce, la del peruano exagerado, capaz de rehacer su mundo gracias a la elocuencia. FA (1949) propone en El peruano imperfecto (Lima, Seix-Barral) la tesis de que ningún peruano es imposible: cada uno se descubre en el espejo como otro. Esa intensa representación convierte a la vida limeña en una comedia trágica: la comedia del sujeto como el mejor actor de sí mismo. Ortega y Gasset dijo que argentino es aquel que se mira dos veces en el espejo. Peruano sería aquel que se mira mirado. Y se ha dedicado a sí mismo con éxito. La tragedia es ética: el triunfo mundano conlleva el precio de la integridad. Esta novela, con una sonrisa, convierte al lector en peruano: le asigna la culpa ajena, gozosamente compartida.
    CARLOS YUSHIMITO: LECCIONES PARA UN NIÑO QUE LLEGA TARDE
    CY (1977) cuenta sin énfasis y con gusto historias de agudo sentido de lo excepcional, que acontece dentro de la trama permeable de lo cotidiano; como si entre uno y otro sus pequeños héroes estuvieran a punto de una proeza que los defina. De su libro de cuentos anterior, Las islas (2006), que transcurren en Brasil, país que el autor no ha visitado pero imagina, se incluyen en este tomo (Barcelona, Duomo) seis historias de espléndida factura, donde el desplazamiento del lugar libera a la referencialidad, mientras que la otra lengua le permite la licencia de lo verosímil. Porque lo notable de estos cuentos es que lo excepcional (los niños monstruos, los vendedores antiheroicos) discurren como la verdadera cotidianidad, mientras lo demás pertenece al lenguaje de la fábula o a los sueños. La lección de intimidad que da Chejov y la tolerancia en lo raro que explora Kafka, sólo tienen al lenguaje para afincar, levemente, en estas historias de asombro y certidumbre.
    CECILIA PODESTA: DE CABEZA SOBRE EL PASTO AMARILLO
    CP (1981) es poeta iconoclasta, dramaturga de ironías felices, editora y gestora cultural, como plena ciudadana de la rica cultura urbana que reiventa la Lima de estos años de prosperidad, corrupción y obsesión culinaria; pero es además, como para anudar las redes, narradora de voz propia, cuya sátira de aliento y desenfado traducen estos relatos (Lima, Punto de Ideas) de una épica urbana, en torno a personajes post-apocalípticos y sub-integrados. La deliberada truculencia de las historias le da la vuelta al género de lo monstruoso y la mecánica de la violencia, para mostrar sin sentimentalismo, la moneda nacional del desvalor, muy bien repartida entre las clases, los géneros y los lenguajes, para perturbación mutua. Con talento y coraje bien probados, CP es capaz de jugar con los protocolos para hacernos reconocer nuestra resignación ante lo que pasa por lo real. Pocas veces, como ésta, el lector es despertado por el valor de una poesía del escándalo.
    KATYA ADAUI SICHERI: ALGO SE NOS HA ESCAPADO
    El notable primer libro de cuentos de KAS (1977), Un accidente llamado familia (2007) definió su lenguaje como la materia afectiva de las relaciones humanas: una lámina verbal transparente pero, siempre, las palabras de otro discurso, no dicho. Es un lenguaje sintomático que dice más de lo que enuncia para decir menos de lo que cuenta. Cada relato, por eso, podría ser una novela: asume la historia familiar, la educación de la narradora, la impronta de los lazos sobre la zozobra latente. Por eso, el cuento es la historia de una elisión, la radiografía revelada en la vulnerabilidad del cuerpo emotivo. El mismo control del lenguaje es parte de la historia. La hija, en uno de los cuentos, le pide a la madre que no exagere, que sea más prudente, pero la madre es la que provee el relato; mientras que el padre sólo está “completo” cuando muere, que es su forma de decir la verdad. Estos cuentos rescriben el lenguaje familiar para darle a cada quien su verdadero nombre. El titulo del primer libro es el de un cuento en el segundo: de la foto familiar nos queda el revelado, esa sombra fugitiva.
    ROGER SANTIVÁÑEZ: ROBERTS POOL CREPÚSCULOS
    RS (1956) es uno de los más interesantes poetas peruanos, cuya evolución conoce ahora una madurez rara, hecha de destreza formal y audacia expresiva, como si el joven rebelde y bohemio de la juventud hubiese encontrado en los clásicos de la tradición barroca la discordia feliz de la hipérbole, esa sintaxis aglutinante capaz de hacer del poema otro icono de abundancia. Primero descubrió RS, quizá bajo la lección barroquizante de Carlos Germán Belli, la sorprendente conjunción del adjetivo áureo y el término tecnológico. Pero en esta nueva colección de experimentalismo en el archivo barroco (Lima, Hipocampo Editores), se trata de la música de Garcilaso de la Vega. El paisaje, claro, es otro: “Un ansia enferma mi corazón esmalta/Como a los arrozales el surtidor alcanza/ O la neblina ciega el amanecer en Lima.” ¡Sólo a un poeta peruano se le hubiera ocurrido la audacia de ofrecerle a Lima una anti-alba!
    OSCAR COLCHADO: HOMBRES DE MAR
    OC (1947) construye en esta novela (Lima, Alfaguara) una metáfora de la modernidad peruana contrariada que caracteriza al modo de producción dominante, el de extracción y exportación. En este caso se trata de la harina de pescado, que hizo del Perú su primer productor mundial. Pero esta vez la exportación incluye otra materia prima: la droga. A partir de la representación verosímil, que el lector puede tomar como una crónica dialogada, el autor descubre la intimidad de la violencia que convierte a los héroes de la modernización en sus primeras víctimas. El relato de la vida del pueblo convertido en “boom town,” primero, y en ciudad residual después, se levanta con su humanidad descarnada en las voces en diálogo de esta épica de pobres, que es una elegía de desconsuelos pero también una celebración de la palabra viva. Entre la destrucción ecológica, la matanza de la guerra sucia, y el tránsito de la droga, recomienzan las voces de la migración, ese nuevo mapa peruano. Esta novela late también con furia amorosa.
    VICTORIA GUERRERO: BERLIN
    VG (1971) ha heredado, quizá reluctantemente, una tradición poética que, a pesar de todas las teorías en contra, sigue asumiendo la voz de la mujer, ese lugar único del discurso literario peruano, cuya escenificación tuvo en Blanca Varela su momento de drama mayor. La notable diferencia de registro en este libro (Lima, Intermezzo Tropical) tiene que ver con la expansión narrativa y elegíaca de esa voz, que sale de sus coordenadas locales para hacer figura con otras voces y espacios de registro que son las plazas, hospitales, centros comerciales, aeropuertos, de la biografía errante de una mirada que refracta lo vivido en las palabras como un acto de rendición que es de rebeldía. Rinde, así, cuentas (“Fuimos rebeldes en un mundo sembrado de muertos”) y responde no por la ausencia sino por el retorno (“a la pregunta escalofriante y poco bienhechora de ¿Por qué regresaste al Perú?”). La pareja disuelta, la poesía irresuelta, el país irresoluble carecen de discurso, pero tienen en el poema el mapa verbal de su “Su propia combustión y catarsis.” Una peruana al pie del orbe.

    miércoles, enero 25, 2012

    Convocatoria - Edición 20 de El Hablador



    Tomado de aquí.
    ...

    CONVOCATORIA
    EDICIÓN NÚMERO 20
    El comité editorial de la Revista Virtual de Literatura El Hablador tiene el agrado de anunciar la convocatoria con miras a la publicación de su edición número 20. Todos los interesados en escribir textos para las diferentes secciones de la revista deben enviar su propuesta mediante una sumilla de diez líneas, acompañadas de una breve nota biográfica, a la siguiente dirección electrónica: contacto@elhablador.com.
    1. Los estudios, ensayos, reseñas, traducciones o textos literarios (cuento o poesía) deben ser inéditos y presentarse en el formato de MLA.
    2. El tema de los estudios y ensayos es libre.
    3. El tema principal de la edición número 20 se titulará “La poesía del 22”, en el que se incluyen Trilce, de César Vallejo, La tierra baldía, de T.S. Eliot, “La semana de arte moderna” brasilera (también llamada “Semana del 22”) y/o las publicaciones afines o acontecimientos importantes de ese mismo año.
    4. Las reseñas deben ser sobre un libro de publicación reciente (un año y medio de antigüedad como máximo). Se recomienda revisar lo publicado en los números anteriores y en la bitácora de la revista para no repetir libros ya reseñados.
    5. Los textos deben ser enviados con las especificaciones editoriales indicadas en la sección “Colaboraciones” de nuestra revista. En esta sección hay otras informaciones complementarias para la presentación de los trabajos.
    6. La fecha límite para el envío de propuestas es el 01 de abril del 2012.
    Atentamente,
    El Hablador
    PD: No olvidar que la presentación del número 19 de la revista será este viernes 2 de diciembre, a las 7 pm., en el Británico de Miraflores.

    martes, enero 24, 2012

    Carlos Fuentes: "El verdadero boom latinoamericano es ahora"




    Cuando alguna nota sobre Carlos Fuentes, me es imposible no recordar las dos semanas que estuve en cama en febrero de 1997. Mi plan era leer todo lo que quisiera y así mitigar el aburrimiento. Me había abastecido de libros pero esas dos semanas estuvieron consagradas a Terra Nostra. Era muy joven para leer semejante proeza idiomática, pero al igual que Paradiso de Lezama Lima, que leí años después, su lectura me significó un influjo de ánimo, me permitió afianzar mi creencia en que hay textos, difíciles por cierto, que debes leer bajo la sombra de la dedicación total.
    He leído, claro, varias otras cosas de este autor mexicano. Y la verdad que no me han gustado mucho. Sin embargo, siempre he reconocido su festiva sabiduría libresca. Algunos de sus ensayos literarios deben ser de lectura obligatoria para todo aquel que pretenda ser escritor.
    Pues bien, según la entrevista de Guido Carelli Lynch en Revista Ñ, su esperado título La gran novela latinoamericana llegará a las librerías de esta parte del mundo el próximo jueves. Además, y por lo que he podido averiguar, se trata de una publicación que no es ajena a la polémica, debido a las omisiones de ciertos autores referenciales. (¿Alguien dijo Bolaño?)

    ...

    Jorge Luis Borges ya era un escritor consagrado cuando viajó a México y pidió conocer a Carlos Fuentes. No esperaba que el autor de La muerte de Artemio Cruz ni nadie lo rechazara. “Pidió verme y yo dije: ´no, no, no. Yo me quedo con el Borges autor´. Dicen que era difícil como persona. No quise saber nada del ser humano, quise quedarme con los libros, que constituyen un universo tan poderoso. ¿Para qué conocer al autor?”, se pregunta Fuentes, del otro lado del teléfono, en su casa de Ciudad de México.
    Mejor le fue con su amigo Julio Cortázar. “Para mí fue un honor recibir, al mes de haber publicado La región más transparente , a los 29 años, una carta de 20 carillas de Cortázar en la que me trataba de usted y me señalaba lo que le había gustado. Era una carta muy sensible, inteligente y digna de Julio Cortázar”, dice sin disimular la emoción. Veintiséis años después, cuando Cortázar murió en París, Fuentes se enteró en Estados Unidos y enseguida llamó a México a su amigo en común Gabriel García Márquez. “´No creas todo lo que ves en los periódicos´, me dijo Gabo. Y tenía razón, Cortázar –el escritor– sigue vivo y era un ser humano maravilloso”, agrega Fuentes, que a sus 82 años, tras más de 20 novelas, libros de ensayos, cuentos y hasta una ópera, entiende el juego de las entrevistas.
    El jueves llegará a las librerías de Argentina y del resto de Iberoamérica su libro más reciente La gran novela latinoamericana (Alfaguara), un ensayo sobre los escritores más paradigmáticos de la región y, también, una apología del género y una biografía literaria del propio Fuentes. Reflexiona sobre Bernal Díaz, el primer cronista de Indias, Rómulo Gallegos, Onetti, García Márquez, Vargas Llosa, José Donoso hasta llegar al colombiano Juan Gabriel Vásquez, el peruano Roncagliolo, el chileno Carlos Franz o los argentinos César Aira, Matilde Sánchez y Martín Caparrós. “Es un libro que fui haciendo a lo largo de la vida, porque tiene mucho que ver con mis lecturas de joven, con repasos, tiene que ver con amigos y escritores que me interesan. Es un libro muy personal, no es un manual ni un diccionario. Hay gente que falta, lo lamento. Soy mexicano y hablo más de México que de otros países. Pero hice el libro que yo quería y eso ya es motivo de satisfacción y de culpa. Ese es el origen del libro y acaso su destino también”, explica.
    Habla de México pero también mucho de la Argentina, si hasta afirma que tenemos la literatura más rica del continente.
    Si vamos país por país la literatura más rica del continente es, sin dudas, la de Argentina. El Martín Fierro y el Facundo son los únicos libros que rompen con la mediocridad del siglo XIX. El desarrollo de la literatura argentina es sumamente poderoso. Argentina está situada entre la vastedad del Océano Atlántico y la vastedad de La Pampa. Buenos Aires fue la respuesta a dos inmensidades a necesidades dictadas por la infinitud del espacio. La respuesta es urbana: una ciudad y una literatura.
    ¿Por qué incluye en este canon Borges si nunca escribió novelas?
    Depende de lo que se considere como novela, porque a veces un cuento de Borges era un resumen de una novela. El Aleph contiene muchas novelas, igual que El jardín de los senderos que se bifurcan .
    Usted habla de una nueva generación de escritores muy distinta a la del Boom, que usted compartió.
    Nosotros si algo teníamos en común era que queríamos contar de nuevo la Historia de América latina. Sentíamos que no se había contado bien o entera. Cien años de soledad tiene ese propósito. En cambio, los nuevos autores no tienen encima ese reclamo histórico sino que hablan muy directamente de sus mujeres, de sus amantes, de sus ciudades, de sus profesiones, de la vida contemporánea y sobre todo urbana porque ha dejado de ser una novela agraria.
    ¿Y en términos de difusión?
    En 1950 sólo había 3 escritores mexicanos traducidos en Francia. Hoy son más de 40 y también se traducen escritores argentinos, peruanos y colombianos. Oigame: éste es el verdadero boom , el de ahora, con una libertad de difusión mucho mayor que la que tuvimos nosotros.
    Muchos, como Tom Wolfe, aseguran que a la novela está muerta, ¿por qué discrepa?
    En las novelas se escribe lo que no se puede decir de otra manera. Las novelas dicen lo que no dice el periodismo o el arte pictórico. Hay un poder de creación y de perdurabilidad en la novela que no tienen otros modos de conocimiento. Las nuevas tecnologías –Internet, Twitter (que Fuentes usó sólo un día), el Ipad– no van a poder cumplir esa función. He visto a la novela amenazada por el cine, la televisión y la radio: la novela siempre permanece, se transforma.
    Sus amigos García Márquez y Vargas Llosa ganaron el Nobel. ¿Usted no quería ganarlo?
    ¿Pues a quién no le gustaría? Pero cuando me dan el premio de Veracruz estoy contento. Uno no escribe para recibir premios. Ni Mario ni Gabriel escriben para ser premiados, escriben por un impulso muy importante y muy intimo. Además no lo recibieron Kafka, Tolstoi, Proust. ¿De qué se queja uno?




    "Vivimos una crisis de civilización que empezó en el norte de Africa"

    Tres acontecimientos obsesionan a Carlos Fuentes de cara a los próximos meses. A saber: Federico en su balcón , la novela que tiene a un resucitado Nietzsche como protagonista; un ensayo sobre grandes personalidades; y principalmente las elecciones presidenciales en México. “Yo era muy partidario de Marcelo Ebrard Casaubon, el actual jefe de gobierno de Ciudad de México, pero Manuel López Obrador le ganó la partida dentro del PRD . Todavía no se sabe quién será el candidato del oficialista PAN. Y el PRI tiene un candidato muy mediocre, un personaje funesto que se llama Enrique Peña Nieto”, se alarma.
    Para Fuentes se trata de una elección menor en un país mayor en el que los problemas son gigantescos y los candidatos no ofrecen soluciones. “Son problemas inmensos. El crimen organizado está muy ligado a la relación con los Estados Unidos; hay millones de jóvenes sin estudio ni trabajo; una clase pobre que es la mitad del país y una clase civil intelectual social que ansía tener una democracia mejor que la que nos ofrecen. Hay factores de poder que pueden interrumpir el proceso y hay un ejercito que está en el margen por el momento. Veremos qué pasa”, diagnostica con esperanzas de las alianzas que pueda forjar López Obrador.
    Fuentes no cree que los gobiernos de la región hayan forjado un modelo político y económico distinto al que propone Europa. Para él ya llegará el tiempo de los indignados latinoamericanos. “Hay una crisis de civilización muy amplia, que empezó a manifestarse curiosamente en el norte de Africa, llegó a Europa y ya cruzo el Atlántico, también llegará van a acabar en América latina”, insiste. Para él ésta es una crisis de las insuficiencias de la cultura y de la política. “Es algo muy difícil de definir salvo como un cambio de civilización”. Los gobiernos latinoamericanos empezarán también a temblar. “Hay muchos gobiernos anacrónicos en América latina. No creo que ninguno de los actuales gobiernos represente un cambio de sociedad, de civilización, un movimiento hacia adelante. No van a servir para la gente joven, que organizará manifestaciones en todo el continente y –primero– en los paises de regímenes autoritarios como Venezuela”, profetiza a caballo de sus dos pasiones, la política y la literatura.

    lunes, enero 23, 2012

    Las campañas por Parra



    Revisando la barra de enlaces, encuentro en Qué Pasa esta interesante entrega del narrador Antonio Díaz Oliva sobre los intentos para que Nicanor Parra obtenga el Nobel de Literatura.

    ...

    La primera vez sucedió tempranamente: corría 1969 y en Estados Unidos un pequeño grupo de estudiantes se organizaba. Era la primera campaña para postular a Nicanor Parra al Premio Nobel de Literatura. Era, por decir menos, una tarea ardua. Si bien la obra de Parra contaba con traducciones al inglés (hechas por los poetas beatniks, con quienes el chileno tenía una gran cercanía y amistad) y el antipoeta era bastante experimentado -contaba 55 años en ese entonces-, su figura tenía que luchar contra otros intelectuales chilenos y latinoamericanos, en una época en que, por ejemplo, el Boom estaba en pleno proceso de ebullición. "En efecto, fue una campaña a bajo nivel", recuerda Patricio Lerzundi. Este periodista, poeta y académico chileno instalado en Estados Unidos fue el encargado de mover los hilos en esa campaña. La primera de la que se tiene registro: "Hicimos esfuerzos por ponernos en contacto con estudiantes de otras universidades de Estados Unidos y de personas conocidas en América Latina, pero para ese tiempo ya había comenzado la campaña por Pablo Neruda. Y eso, claro, nos aguó un poco la fiesta". Y el resto de la historia es conocida: un par de años más tarde, en 1971, Neruda tomaba un avión hacia Estocolmo para recibir el Nobel.
    Así, el extenso historial de las campañas que se han realizado para que Nicanor Parra gane el premio Nobel tiene un antecedente prematuro. Luego de 1969, hubo otros intentos a escala, digamos, menor. Al parecer, no se lograba hacer el ruido necesario para que la Academia Sueca tomase en cuenta al chileno; había varios factores que jugaban en contra: principalmente, la poca visibilidad que tenía Nicanor Parra y su obra en el extranjero. O más bien la poca continuidad a la hora de traducirlo en países como Francia, Alemania, Estados Unidos y, por cierto, Suecia. "Por lo menos en EE.UU., en el mundo académico se conoce bastante la poesía de Parra y de forma temprana. Hay que reconocer que fuera de las aulas universitarias se lee poca poesía y menos de poetas que no escriben en inglés", dice la académica estadounidense y estudiosa de la obra de Parra, Marlene Gottlieb.
    Ella fue la encargada de organizar la campaña de 1995. Y tal vez esa junto con la del 2001 fueron las más importantes (aunque hubo otras en los 90). O las que, por lo menos, consiguieron hacer bastante ruido. Anteriormente, hubo una en 1993 que alcanzó algo de notoriedad, aunque no es equiparable a la de 1995, que fue comandada por la ya mencionada Gottlieb y tuvo al Instituto Cervantes de Nueva York como institución oficial. Y está la del 2001, en la que gente como José Antonio Viera-Gallo se involucró con fuerza y, a la fecha, es la que mediáticamente más efecto ha tenido. A todas éstas, hay que sumar la que actualmente se está gestando en universidades estadounidenses, chilenas y europeas y que, además de otras personas, tendrá a Julio Ortega, el conocido crítico peruano y profesor de la Universidad de Brown como uno de los bastiones.
    En esta ocasión, la casa de estudios que inició todo es la Universidad Diego Portales. Junto a ésta, instituciones universitarias como la Pompeu Fabra (España) y de Leiden (Holanda) serán parte de un documento que se enviará a la Academia Sueca a fines de enero -estimativamente-, con el cual se dará inicio a esta nueva campaña. Para todo esto, el Consejo Nacional de la Cultura también ha estado ayudando en el proceso de gestión.

    El Nobel y las paradojas

    Su nombre no es nuevo en esto. Al contrario: Julio Ortega lleva mucho tiempo siguiendo la obra de Parra. Fue en 1964, cuando el poeta visitó Lima, invitado por el escritor peruano José María Arguedas, y lo escuchó recitar. Ortega -de 22 años- quedó estupefacto con la lectura del chileno. Escribió un artículo en un periódico ("Parra y las paradojas") y el mismo Arguedas le escribió para felicitarlo. Dice Ortega: "Me di cuenta que conversar con la poesía de Parra era formar parte de un grupo de practicantes del lenguaje más contemporáneo: el que nos inventa como interlocutores". Según el catedrático peruano residente en Estados Unidos, ésa es una de las claves de Parra: que muchos se sientan una comunidad alrededor de su obra y de su figura.
    Algunos años más tarde, cuando era estudiante en la Universidad de Yale, Ortega tuvo la oportunidad de conocer en persona al autor de Artefactos. Y hablaron por horas. Y se estableció una conexión que sigue viva hasta hoy. Y no sólo eso: en 1991 Julio Ortega fue parte del jurado del primer Premio Juan Rulfo. El mismo que le dieron a Parra en la Feria del Libro en Guadalajara ese año. La misma instancia en la que el antipoeta recitaría su ya clásico "Discurso de Guadalajara" que, no por nada, hacia el final tiene un verso titulado "Después del Rulfo sueña con el Nobel?" y en el cual se lee lo siguiente: "Si no se lo dieron a Rulfo/ Por qué me lo van a dar a mí?".
    Junto con Ortega, Marlene Gottlieb ha sido otra de las académicas que han ayudado a expandir la obra de Parra. Empezó a leer la poesía del chileno cuando era estudiante de posgrado en la Universidad de Columbia, allá por 1966. Y fue la autora de la primera tesis sobre el autor de La cueca larga que se haya escrito en Estados Unidos. Cuenta sobre su participación en la campaña del 1995: "Básicamente me comuniqué con académicos por teléfono, y como conocían bien la obra de Parra y la enseñaban en sus cursos, estaban completamente de acuerdo de que ya era hora que se le reconociera con el Nobel. Entonces escribí la carta y la firmaron". Consiguió que 300 intelectuales -de distintas partes del mundo- firmaran el documento. Se hicieron actos, conferencias en diversas ciudades y universidades, pero principalmente en Estados Unidos, lo que le dio un toque internacional a la campaña.
    Un par de años antes, otro intento se había forjado: la campaña de 1993 y que tuvo a la Universidad de Concepción como institución oficial. En ese entonces, José Antonio Viera-Gallo era diputado por Concepción y entró en contacto con la gente del Departamento de Español de esa universidad (un grupo de académicos que, en su mayoría, eran "parrianos"). "El problema es que en esos años Parra no tenía las obras completas en español, como ahora. Y era conocido en algunos ambientes intelectuales estadounidenses, pero no tenía traducida su obra al inglés, francés y sueco. Y si la tenía, era de forma intermitente, cuando debería haber una cierta continuidad en eso", dice Viera-Gallo.
    Lo que más recuerda de esa instancia, es que se empiezan a constatar las primeras señales de los fans de Parra; aparecen murallas rayadas en Santiago y afiches pegados en avenidas, algo que se mantiene hasta hoy (tanto en las cercanías de su casa en La Reina como en Las Cruces es fácil leer alusiones tipo ¡Parra al Nobel!). La gracia, en esa ocasión, es que la campaña surgió desde los fanáticos acérrimos del autor. Gente que leía a Parra, pero no desde la academia. Gente que caminaba hasta La Reina y se quedaba ahí, a la espera de alguna señal o saludo imprevisto del antipoeta. Algunos, incluso, eran los curiosos que llegaban a verlo -aunque no fuesen alumnos de él- a su cátedra en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, donde el poeta hizo clases durante 22 años.
    Tiempo pasó hasta que se volviese a barajar la idea de una campaña. En 2001, una vez más, se movieron instituciones y personajes, encabezados por la Universidad de Chile. Hasta la fecha, es la campaña que más notoriedad ha tenido. No sólo se mandó un dossier a la Academia, sino también un video de diez minutos en el cual Parra salía recitando y dando discursos. Uno de los encargados de ese video fue Víctor Jiménez, el director del documental Retrato de un antipoeta: "Yo ya llevaba un tiempo filmando a Parra. Y un día nos contacta una mujer de nombre Viviana Vicencio. La Colombina le había dicho que las mejores imágenes que había visto últimamente de su papá eran las nuestras. Nos pidieron un video con tales y tales características", cuenta Jiménez. Cercana a Parra -habría sido designada por el mismo poeta para que estuviese al mando de la iniciativa-, Viviana Vicencio fue parte activa de esa campaña, que no sólo obtuvo los focos de los medios de comunicación, sino otros logros valiosos. Por ejemplo: traducir parte de su obra al sueco. O lecturas en torno a la obra de Parra en lugares como el Bellas Artes y diversas universidades. Y una concurrida exposición de sus Artefactos en el edificio de la Telefónica. "La gente de la academia es bien recelosa. No hubo ningún tipo de acercamiento con ellos", recuerda Viera-Gallo, quien el 2001 era senador por Concepción y también el político más activo en colaborar en la campaña. "Lo que sí nos recomendaron fue justamente eso: tener la obra traducida al sueco. Y que también no sería malo tener un recital de Parra en Estocolmo".

    Hacerse los suecos

    La figura de Julio Ortega, vale aclarar, es muy importante en las campañas para que Parra gane el Nobel. No sólo porque es cercano al autor chileno, sino porque -de alguna forma- es o fue cercano a la Academia Sueca. O, por lo menos, fue un referente en la selección de autores de años pasados. "Yo he sido uno de los críticos consultados por el comité, ahora puedo contar cómo el método ha cambiado. Varios críticos recibíamos una carta pidiéndonos proponer a un escritor y razonar esa propuesta", cuenta. Y luego agrega un dato relevante: "No hace mucho decidieron premiar escritores de lenguas que no lo habían recibido". Ahora, en la campaña que se lanzará próximamente, tendrá un papel clave: será el encargado de redactar la carta oficial que se envía a la academia. "Por Borges hubo campañas anuales, y por Octavio Paz hubo un inteligente trabajo diplomático -comenta el peruano-. No quiere decir eso que el resultado se deba a una campaña, el caso de Borges lo demuestra. Más que una campaña, se requiere de una persuasión discreta".
    Por lo menos en el mundo académico, algo se ha avanzado y Parra se lee cada vez más. "A estas alturas, su obra figura en las listas de lectura obligatoria para el doctorado en Español en casi todas las universidades estadounidenses -dice Gottlieb-. Y entre los profesores anglosajones, que no suelen interesarse por la literatura escrita en español (fuera del Boom y recientemente Bolaño), el interés aumenta. Especialmente porque el mismo Bolaño dijo que Parra era uno de los poetas más importantes en lengua española, ahora hay más curiosidad en conocer la obra de Parra".
    <>"Se ríe, se lo toma en serio y también no tanto", dice Lerzundi. "La última vez que lo vi, cuando le pregunté si estaba pensando en el Nobel, me contestó que no, pero que estaba trabajando en el 'Discurso de Estocolmo' por siaca". Algunos incluso bromean con que el antipoeta debería sacar un libro con todos sus poemas y referencias acerca de por qué se lo deberían dar, o por qué no le han dado el Nobel. "Es un premio distraído. Ha tenido grandes momentos de atención súbita, pero Parra está en muy buena compañía: Borges, Kafka, Joyce, Rulfo", dice Ortega. "La única constante de la conducta del Nobel es su capacidad de sorpresa. Se hacen los suecos con éxito".

    Iván Thays y el "vano" oficio de la literatura


    Vía Lee por gusto, blog de Perú 21. Entrevista de Jaime Cabrera Junco.
    La nota es de por sí polémica. Lo más probable es que la comente en los próximos días.
    
    

    viernes, enero 20, 2012

    Algo que deberías leer: 'Ruda' de José Cerna


    No había leído Ruda, hasta hace no más de cinco semanas, pero sí algunos fragmentos sueltos de su autor José Cerna.
    Los que seguimos el devenir de la poesía peruana contemporánea ubicamos a Cerna gracias a la histórica antología de José Miguel Oviedo Estos 13 (1972). En esta publicación leí algunos poemas suyos, como “Señal de identidad”, “Puentes que se iluminan en la noche”, “Instante” y “Natalia”. Recuerdo que me gustaron, pero a la vez me permitieron percibir una vaga imagen del poeta: una persona reservada y de perfil bajo.
    Las estrellas en Estos 13 eran otros, él no.
    Después de muchos años, en 2001, Lluvia Editores publica su largo poema Ruda. Aunque en 1998 había circulado en una edición limitada, de esas las que se hacen para las amistades.
    Ciertos poetas amigos, y grandes lectores por demás, me hablaban extasiados de esta publicación. En una ocasión uno de ellos definió al autor como “Nuestro gran poeta secreto”.
    No le faltaba razón.
    Cerna es un poeta secreto. Poeta para poetas (¿?), a secas.
    Y lo que ahora me importa es no desperdiciar esta imperdible oportunidad de difundir este gran poema, gracias al sello Sol Mayor, que a fines del año pasado nos entregó una nueva y pulcrísima edición que todo lector de poesía que se respete debe tener (y leer) sí o sí.



    Tapa verde y 25 folios sueltos numerados por detrás.

    Aquí, literalmente, los versos salpican de las páginas y se impregnan en tu retina, canalizados por una estrategia estructural acorde con el sentido del extenso poema: reflejar el caos de la ciudad por medio de una atribulada mirada interior en busca de un instante de sosiego. No hay momento quieto en los párrafos, no existe respiro entre ellos, pero ni creas que vas a seguir de corrido, en absoluto, a lo que te enfrentas es a una experiencia premunida de cuestionamiento y no tardas en rendirte ante un torrente verbal que tiene mucho de la oralidad horazeriana y de la alta cultura, pero bajo la sombra de una voz poética macerada por el tiempo, original y sin parangón, que no solo te conmueve, sino que también te enseña, a modo de tibio susurro, sobre las diferencias y similitudes entre la poesía y la vida, que juntas son una experiencia que yace en los principios de saber ver y mirar, muy libre del vacuo albedrío del vivir por vivir a lo bestia.

    Cuando termines de leer este poema te darán ganas de ser Cerna y hacer lo que él: dejarlo todo en tu texto y a continuación entrar en un silencio aleccionador, en testimonio patente de lo que debería ser la poesía: una comunión con la palabra escrita, en axiomático respeto con lo más sagrado que debe tener todo escritor.

    Es decir: José Cerna-Bazán publicó Ruda. Nada más.

    ¿Para qué si ya cumplió?